La imagen de la Virgen de las Angustias que se conserva en el interior de esta ermita fue elaborada en México durante la primera mitad del siglo XVII. A pesar de su relevancia artística, uno de los mayores atractivos populares de esta ermita es el caimán disecado que se descansa en el interior de una urna de cristal. Según la leyenda, un pastor alimentaba cada día a un pequeño reptil con el que se encontraba mientras cuidaba de su rebaño de cabras, hasta que el tamaño que alcanzaba el animal con el paso del tiempo comenzó a preocuparle. Llegó el momento en que este lagarto gigante ya no se conformaba con el queso y la leche que el pastor le ofrecía, sino que devoraba una cabra cada pocos días. Para la maltrecha economía del pastor esto era insostenible, por lo que decidió acabar con la vida del reptil. Pero no fue fácil matar al caimán, y en el momento en que pensó que el animal que él mismo había criado le devoraría, se encomendó a la Virgen de las Angustias y, milagrosamente, se sobrepuso lo suficiente como para clavarle una lanza y donarlo a la ermita como ofrenda por el favor otorgado.

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