Es uno de los barrancos más abruptos y de mayor longitud de la Isla. Posee una extensión de 152 hectáreas, alcanzando cotas de 1200 metros. El barranco nace en Guaco cerca de Izaña y luego se ramifica en numerosos afluentes, siendo el más importante el de Archifira. A partir de los 1000 metros se mantiene más o menos uniforme hasta su desembocadura en la playa de Tapuerque o Callao. A 500 m.s.m. aparece atravesado por uno de los puentes de mampostería más altos de la Isla que permite el paso de la Carretera General del Sur. También cabe destacar la presencia de algunas cuevas y yacimientos aborígenes, así como el antiguo Camino Real que aún conserva parte de su empedrado.

En cuanto a su geomorfología, en el barranco se pueden apreciar las distintas coladas de lava, capas de roca basáltica oscuras, las pumitas claras y los rojos almagres. Además, en él hay distintas comunidades vegetales que pertenecen a los distintos pisos de vegetación, pudiendo encontrar desde tabaibales, retamares, cardonales, cerrajas, pinares y cedros en las cotas superiores. No menos importante es su fauna donde se pueden observar distintas aves como el tabobo o abubilla, la paloma bravía, el cuervo y numerosos cernícalos.

Su historia narra que el Barranco constituyó un lugar de enterramiento así como un hábitat para los guanches, los cuales utilizaban los eres que se forman en el barranco (cavidad formada debido a la presión del agua al pie de los saltaderos), que permiten el deposito de agua durante el invierno y permanece todo el verano, elemento necesario para que desarrollaran allí su vida.