Las ruinas de la antigua Iglesia de San Joaquín se conservan al píe del antiguo camino Real de Fasnia que comunicaba los principales núcleos de población de las medianías de este municipio con Güímar, hacia el Noreste, e Icor y el Lomo de Arico, hacia el Sur.

La construcción de la primitiva ermita de San Joaquín, tiene lugar cuando a mediados del siglo XVII, los vecinos del término solicitaron y obtuvieron licencia para levantar una iglesia que les evitara desplazarse a Güímar o Arico para oír misa. Desde su construcción hasta el año 1800, fue el único edificio público del lugar. Actuó de primera parroquia, de sede de las juntas del Ayuntamiento e incluso, sirvió de sepultura a los fallecidos en la jurisdicción. Además, en la plaza anexa a la ermita tenía lugar la toma de posesión de las corporaciones, ante todo el pueblo, y en las ceremonias de relevo los alcaldes salientes entregaban "el bastón de justicia" a los entrantes.

En 1826 el aluvión que devastó la Isla empeoró el precario estado que ya en la época presentaba el edificio, llegándose a desplomar algunas de las paredes que conformaban el edificio. En 1817 se intentaron restaurar los desperfectos que presentaba la estructura del edificio, construyéndose la sacristía y embelleciéndose el presbiterio. En los primeros años del siglo pasado el alcalde del municipio ordena el cierre de esta iglesia ante el estado de ruina que presenta el edificio, vendiéndose los materiales aprovechables para costear en parte, los costes de la nueva ermita.

Las ruinas de la Ermita de San Joaquín son actualmente conocidas como la Iglesia Vieja. De la que se conserva como elemento más representativo un arco de piedra de sillería que ha resistido el paso del tiempo hasta la actualidad.