La ermita fue fundada y construida en 1665 a instancias de la familia de Fernando García del Castillo. Pero no será hasta el 19 de marzo de 1976 cuando fue leída la primera misa en la iglesia parroquial de San Miguel, los vecinos debían acudir a la iglesia parroquial de San Pedro de Vilaflor, de cuyo beneficio dependían para cumplir sus obligaciones religiosas. Dichas circunstancias obligaban a que tuvieran que recorrer un largo camino en malas condiciones cada vez que necesitaban enterrar a un familiar o a recibir los sacramentos ya que en la ermita existente solo se podía oír misa. Por ello los vecinos solicitaron al Obispado disponer de una parroquia propia más cercana a sus necesidades.

 La iglesia presenta los rasgos típicos de los templos canarios: planteamientos estéticos de un barroco canario tardío, uso de materiales autóctonos en su construcción y un planteamiento sencillo de distribución, con una sola nave principal a la que se abren capillas laterales